jueves, 28 de enero de 2016

Personas imprescindibles… Las que se lo creen y las que de verdad lo son


En casi todas las organizaciones se escucha la frase “No hay nadie imprescindible”. ¿Es esto verdad? 

Yo la cambiaría y la matizaría: “No hay ningún puesto que no sea sustituible”. 

Sin embargo, yo sí creo que hay personas imprescindibles, y las definiría como aquellas personas que consiguen hacerse prescindibles. ¿Paradoja? Quizás… pero cuando tienes a una persona en tu equipo, da igual el rol que ocupe, que consigue hacer las cosas de tal manera que cuando él no está el “mundo” sigue rodando sin tropiezos, esa es para mí una persona imprescindible.

Imprescindible significa que eres tan bueno y eficiente en tu trabajo, que tu jefe y compañeros de trabajo no quieren ni siquiera imaginar tener que reemplazarte. Eres la persona a quien acuden siempre, el que simplemente hace las cosas. No atesoras conocimientos como propios, los compartes, ayudas, eres dispuesto, haces, consigues… y eres realmente necesario, porque sin ti las cosas se podrían hacer, no vamos a decir que no, pero con más esfuerzo o incluso con menos calidad. Pero también el mundo gira cuando no estás, porque consigues “enseñar a pescar” no sólo “proporcionas pescado cuando se necesita”.

Entonces, si todo me lo guardo, la información, el conocimiento, las herramientas,… todo lo guardo para mí ¿No soy imprescindible?... Me temo que ese tipo de personas tienen cada vez menos cabida en las organizaciones que quieren crecer y ser profesionales. Lo que realmente se busca son personas imprescindibles como estas…

  • Eligen y hacen el trabajo que importa, no el que es fácil. No se centran en tareas en el trabajo para mantenerse ocupados, pasar el tiempo y volar por debajo del radar del jefe, sino que cavan más hondo y piensan en el trabajo que importa a la empresa y su éxito. Esas son sus prioridades.
  • Encuentran tareas importantes para la organización y las asumen como propias, mejorándolas cada día y creando oportunidades que la empresa ni había contemplado. 
  • No les asustan los retos y se ofrecen voluntarios para tareas y proyectos que no son muy “populares” o que nadie quiere hacer.
  • Dan siempre más de lo que se espera de ellos. Hay una gran diferencia entre ejecutar o aportar, y esto los convierte en indispensables porque hacen que el trabajo de los demás sea más sencillo.
  • Son productivos, pero no hacen de ello una carrera, sino que se paran lo suficiente para hacer su trabajo correcta y cuidadosamente.
  • Son líderes sin dejar de ser jugadores de equipo y se convierten en el “pegamento” del equipo
  • Se comprometen con su trabajo, su jefe, su equipo o sus subordinados
  • Detectan problemas pero no se quejan de ellos, sino que aportan soluciones, son activos y positivos sin perder de vista la realidad
  • Se mantienen al día y se forman continuamente en sus capacidades profesionales y personales
  • Son honestos y dignos de confianza

La desventaja de ser indispensable es que tienes que vivir cumpliendo constantemente las altas expectativas que generan estas cualidades. Es posible que tengas que estar sometido a una gran presión no sólo externa, sino por tu sensación de no poder fallar, de no poder defraudar, pero sin embargo, la satisfacción del trabajo bien hecho, de la positividad, de sentirte realmente valorado, compensa el esfuerzo… ¿o no? Eso es elección de cada uno.


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